ARTÍCULOS DE REVISIÓN
Revista de investigación Rodolfo Holzmann, ISSN-e 2955-8824 https://doi.org/10.65296/rrh.4.2.39
Dualidad andina y sabiduría lunar: la mujer, la naturaleza y la continuidad de las prácticas agrícolas y pecuarias en los andes
Andean duality and lunar wisdom: women, nature and the continuity of agricultural and livestock practices in the Andes
Hilda Ortíz-Falcón1
1Maestra en Gestión Pública. Universidad Nacional Hermilio Valdizán, Huánuco, Perú
Corresponding author: E-mail: hortiz@unheval.edu.pe
Orcid ID: https://orcid.org/0000-0003-2169-6839
Recibido: 20 de setiembre de 2025
Revisado: 05 de octubre de 2025
Aprobado: 15 de octubre de 2025
Resumen
En el mundo andino, la vida humana y la naturaleza no constituyen entidades separadas, sino dimensiones interdependientes de una misma totalidad cósmica. Este principio de dualidad representa la complementariedad de los opuestos, donde el hombre y la mujer, el sol y la luna, la tierra y el agua, la noche y el día, arriba y abajo coexisten en armonioso equilibrio. A diferencia de la filosofía y práctica occidental de la lucha, la rivalidad, competencia. Esta cosmovisión ha orientado por siglos la organización social, la espiritualidad y las prácticas agrícolas y pecuarias de los pueblos originarios en nuestro continente y con especial fuerza y vigencia actual en el Perú y Huánuco. El presente artículo explora la relación simbiótica entre el ser humano andino y la naturaleza, con especial énfasis en el papel de la mujer como guardiana de las semillas, del agua y de la fertilidad. Asimismo, se analiza la conexión entre los ciclos lunares y las prácticas agropecuarias, y se examina cómo el estado peruano, a través de la Educación Intercultural Bilingüe (EIB) y las políticas culturales, busca revalorar y fortalecer estos saberes ancestrales. Finalmente, se reflexiona sobre la necesidad de hacer incidencia para la formulación de políticas públicas en los tres niveles de gobierno tendientes a la revaloración y fortalecimiento de las buenas prácticas ancestrales, de manera adecuada, respetuosa y eficiente.
Palabras clave: dualidad, sabiduría, naturaleza.
Abstract
In the Andean world, human life and nature are not separate entities, but rather interdependent dimensions of a single cosmic whole. This principle of duality represents the complementarity of opposites, where man and woman, sun and moon, earth and water, night and day, above and below coexist in harmonious balance. This contrasts sharply with Western philosophy and practice, which emphasizes struggle, rivalry, and competition. This worldview has guided the social organization, spirituality, and agricultural and livestock practices of the indigenous peoples of our continent for centuries, and remains particularly strong and relevant today in Peru and Huánuco. This article explores the symbiotic relationship between Andean people and nature, with special emphasis on the role of women as guardians of seeds, water, and fertility. This study also analyzes the connection between lunar cycles and agricultural practices, and examines how the Peruvian state, through Intercultural Bilingual Education (IBE) and cultural policies, seeks to revalue and strengthen this ancestral knowledge. Finally, it reflects on the need to advocate for the formulation of public policies at all three levels of government aimed at revaluing and strengthening ancestral best practices in an appropriate, respectful, and efficient manner.
Keywords: duality, wisdom, nature.
La dualidad andina: hombre, naturaleza y cosmos
En la cosmovisión andina, el universo se concibe como un tejido vivo de interacciones, donde todo tiene espíritu, sentimientos. El ser humano es parte de esa totalidad sagrada y se vincula con la naturaleza con respeto, reciprocidad y la gratitud. Esta relación se sintetiza en el principio del “ayni”, que rige tanto las labores agrícolas como las relaciones sociales: “hoy por ti, mañana por mí”.
El pensamiento dual no implica oposición, sino complementariedad. Así, el sol (Inti) y la luna (Killa), la montaña (apu) y el agua (yaku), arriba (janan) y abajo (urin), el varón (ullqu) y la mujer (warmi) configuran pares necesarios para el equilibrio vital. Según antropólogos como José María Arguedas (1966) y Catherine Allen (1988), esta concepción dual articula el orden social, productivo y espiritual, permitiendo la sostenibilidad ecológica de los pueblos andinos a lo largo del tiempo. Arriba no es superioridad de ninguna forma, sino se refiere tanto a la bóveda celeste, atmósfera que rodea la tierra, así como a los pisos ecológicos altos donde hay una diversidad de cultivos comparativamente con los de abajo, donde se produce otros productos adecuados a esos pisos altitudinales. Una vez lograda las cosechas, con el excedente se hace el trueque, de productos y semillas para la seguridad alimentaria, complementándose eficientemente para una buena ingesta alimentaria, nutrición y asegurar capital humano.
Figura 1
Almuerzo andino luego de la faena
La luna, la mujer y los ciclos agrícolas
La luna ocupa un lugar central en la observación andina del tiempo y la fertilidad. Las fases lunares determinan el calendario agrícola y marcan los momentos propicios para sembrar, cosechar o realizar rituales vinculados a la vida y la reproducción. En comunidades de la sierra del Perú, por ejemplo, se considera que la luna creciente favorece la germinación y el crecimiento de los cultivos de tubérculos particularmente, mientras que la luna menguante es propicia para la recolección, las cosechas y la luna llena para cuando hay que cortar los árboles destinados a la construcción de las casas, puentes, etc. ya que serán maderos eternos, no se apolillan.
Esta relación simbólica entre la luna y la fertilidad encuentra su correlato en el cuerpo femenino. Las mujeres del Ande, portadoras del conocimiento ancestral transmitido intergeneracionamente a través de la oralidad, y aprendiendo a hacer haciendo; han sabido leer los ritmos naturales y adaptarlos a las necesidades del territorio. Ellas reconocen y seleccionan las mejores semillas, saben cuándo la tierra está “lista” para recibir la semilla y cómo los astros influyen en el comportamiento de las plantas y los animales.
La música desempeña un papel fundamental en la comprensión y la práctica de la cosmovisión andina, particularmente en la expresión de la dualidad (o yanantin) que articula el mundo y la naturaleza. Más allá de su valor estético, la música funciona como un poderoso soporte anímico-espiritual y, a la vez, como un eje de cohesión social indispensable. Es el vehículo que congrega y fortalece a la comunidad en cada una de sus actividades rituales o productivas. El sonido de la caja y el pinkullo, por ejemplo, marcan el inicio de los aynis (trabajos recíprocos) en las faenas comunales, oficializando la actividad y convocando a la acción colectiva.
Estas melodías se ejecutan en el contexto de todas las actividades colectivas de gran esfuerzo, como el traslado de grandes maderos destinados a la construcción de viviendas. Esta labor se enmarca en la faena comunal, una manifestación de la reciprocidad conocida como "yanapanakuypa" o ayni. Durante la faena, los maderos son cuidadosamente atados con cuerdas o reatas (elaboradas a partir de cuero de vaca trenzado) y luego arrastrados de forma sincronizada hasta el lugar de la construcción. Esta compleja operación física está invariablemente acompañada por la música interpretada por el cajero y el pinkullero. Entre las piezas que se entonan, destacan la melodía del “Sutay Niñu” (jala-jala) y el “Shuqushtanaw” (como el carrizo), cuyos ritmos y letras dirigen y coordinan el esfuerzo colectivo.
El canto y la música en estas faenas trascienden la simple función de entretenimiento o amenización; operan como un recurso técnico-ritual que permite la sincronización motriz de los participantes. Al establecer un ritmo constante y una cadencia marcada, el pinkullo y la caja transforman el trabajo arduo en una danza colectiva, mitigando el desgaste físico y reforzando el sentido de pertenencia. La ejecución de estas piezas tradicionales asegura que el esfuerzo se distribuya equitativamente y que la tensión y concentración requeridas sean mantenidas en armonía con el entorno, esencial para el éxito del proyecto comunal.
La mujer como guardiana de la vida y de la memoria cultural comunitaria
A lo largo de la historia, las mujeres andinas han sido guardianas de las semillas que es la base para la seguridad alimentaria y de la diversidad genética. A través de la práctica cotidiana y la oralidad, han mantenido viva la memoria agrícola de los pueblos, adaptando las técnicas a los cambios climáticos sin perder esa conexión única y sagrada con la Pachamama.
Las prácticas como la rotación de cultivos, el uso de terrazas (andenes), la deshidratación de alimentos (chuño, moraya, charki) teniendo en cuenta las fases lunares son herencias milenarias transmitidas de madre a hija. La mujer, al conocer e interpretar la naturaleza, actúa como un “puente” entre el mundo físico y el espiritual, en un proceso continuo de regeneración y adecuación.
Comparto con ustedes experiencias de vida de esta sabiduría, mis abuelos maternos muy sabios y conocedores de la cosmovisión andina hacían una práctica estrechamente relacionada con las fases lunares, para beneficiar un chancho cebón para chicharrones tenía que ser en luna llena, porque el tejido adiposo estaba muy compacto y permitía con rapidez y eficiencia separarlo del cascarón(qarän) y de la carne(aysa), mientras que si lo hacían en otras fases, este estaba inconsistente y era penoso, lento y deficiente este proceso. Teníamos una vaca cuya leche era de un sabor especial y hasta nos permitía amamantarnos directamente de su ubre, razón por la que seguía teniendo becerros, pero ya estaba muy viejita, cuando mi abuelita Julia Vidal San Martín, decidió que debía ser beneficiada, dio instrucciones precisas que sea en luna nueva, ¿por qué? Porque la carne se pone tierna y así fue; igualmente mi abuelito Amancio Falcón Oliveros planificaba todo el proceso productivo en los diversos pisos ecológicos de acuerdo a la fase lunar, obteniendo una producción muy buena con visible diferencia comparative tanto cualitativa y cuantitativa de los que sembraban o cosechaban sin respetar las fases lunares. Hay así innumerables prácticas que evidencian la fuerte y bondadosa influencia de la mama killa.
Figura 2
Amena charla sobre saberes andinos
Revalorización estatal y educación intercultural bilingüe
En las últimas décadas, el Estado Peruano ha impulsado diversas iniciativas para rescatar los conocimientos ancestrales y fortalecer la identidad cultural de los pueblos originarios, luego de casi 500 años de exterminio. La Educación Intercultural Bilingüe (EIB), implementada por el Ministerio de Educación, constituye un pilar fundamental en este proceso. Su objetivo es integrar los saberes locales, la lengua materna y la cosmovisión andina y amazónica en el currículo educativo. Ya se ha normado que la planificación anual se realice en base al calendario comunal, a la caracterización sociolingüística (ayllu de los estudiantes) y psicolingüística (a los estudiantes); lo que permite realizar las sesiones de clase o proyectos abordando temas relevantes para los alumnos y que contribuyan a revitalizar o fortalecer la lengua originaria y con ella los saberes ancestrales, teniendo como espacio de aprendizaje enseñanza el campo, las diversas manifestaciones culturales (danzas, cantos, ritos, etc.) a nivel comunitario
Hacia políticas públicas sostenibles y decoloniales
La revalorización de la sabiduría andina exige un cambio de paradigma en la gestión del conocimiento. No basta con rescatar las prácticas ancestrales como elementos folclóricos; es necesario integrarlas en las estrategias nacionales de desarrollo sostenible, reconociendo su valor científico, ecológico y ético.
Incorporar los calendarios agrícolas lunares en los programas de formación rural y ambiental; financiar proyectos liderados por mujeres campesinas para la conservación de semillas nativas; crear centros de aprendizaje comunitario bilingüe que vinculen escuela, comunidad y naturaleza; y fortalecer la investigación etnoagronómica y la educación ecológica en todos los niveles.
Figura 3
Amena charla sobre saberes andinos
Compartiendo lo aprendido, caminando hacia una agricultura sostenible, con amigos del IDMA, sus socios estratégicos, autoridades locales en la comunidad de Paucar- Amarilis. Sembrando maíz morado. rescatando técnicas ancestrales.
Conclusiones
La dualidad andina revela una concepción profunda de equilibrio entre el hombre y la naturaleza. En este entramado simbólico, la mujer ocupa un lugar esencial como transmisora de la vida, guardiana del agua, las semillas y el conocimiento. Los pueblos andinos nos recuerdan que vivir bien —el shumak kaway/sumaq kawsay o alli kaway/ allin kawsay— no consiste en dominar la naturaleza, sino en convivir con ella de manera respetuosa, sin contaminarla y ella nos proveerá lo suficiente y necesario para nuestra seguridad alimentaria.
El Estado Peruano, a través de la EIB y de políticas culturales, ha iniciado un camino importante, pero no suficiente, hacia la revalorización de los saberes ancestrales. El reto pendiente es garantizar su sostenibilidad y su efectiva incorporación en las políticas públicas de desarrollo rural integral.
Solo mediante la unión del conocimiento ancestral y el científico moderno será posible construir un futuro más justo, agroecológico y equilibrado, ya que Estoy convencida que, en nuestras buenas prácticas ancestrales, está nuestro futuro con desarrollo sostenible y sustentable.
Análisis musical de la “Callishtura”
- La forma, es un pasacalle andino interpretado en los carnavales, suele ser simple y repetitiva para facilitar su interpretación y el desarrollo.
- Tiene una textura homofónica, con una melodía principal destacada con acompañamiento rítmico que sostiene el pulso.
- Una introducción que prepara la pieza con un tempo marcado en (70).
- En el ritmo predomina lo animado y pulsante, con patrones rítmicos binarios y ternarios.
- La partitura indica la presencia de compases con pulso constante, apoyando la idea de un ritmo animado y festivo propio del carnaval.
- La melodía es sencilla y repetitivas que facilitan la participación colectiva y con modismos melódicos autóctonos y ornamentaciones propias de la música andina.
- En cuanto a los instrumentos musicales, puede ser interpretado con una variedad de instrumentos, aunque antiguamente solía utilizarse solo la caja y pinkullo; en esta oportunidad se hizo una línea melódica para violín
- La finalización se da con la resolución típica de la fuga de huayno en un tempo marcado en (95) para el contraste festivo.
Anexo
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